Diversos
estudios realizados en el Perú sobre la implementación de programas de
desarrollo señalan que uno de los principales problemas es la relación con el
contexto[1].
Si bien son
diversos los elementos que conforman el entorno en el cual se trabaja, uno de
los más importantes son los beneficiarios. En
muchos casos, se considera que estos son actores neutrales, sin tener en cuenta
que tienen sus propias visiones, valores, intereses y conocimientos propios.
Por otro lado, es necesario resaltar que la implementación de programas no es
una vía de un solo sentido: también se encuentran aquellos actores que, desde
su propio punto de vista, buscan la mejor manera de llevar a cabo el programa. En
este sentido, “se tienen al menos dos tipos de actores, cada uno con un tipo de
información diferente”[2]
.
La problemática
inicia cuando uno de estos busca imponerse al otro, sin tomar en cuenta la
información que su contraparte podría aportar y que sería sumamente importante.
Desde los beneficiarios, su conocimiento del entorno y
características locales es fundamental para entender, como señalamos líneas arriba,
el contexto donde un programa se llevará a cabo; desde los que implementan el
programa, su conocimiento de experiencias globales y fundamentos científicos de
las mismas contribuyen a una adecuada y acertada implementación.
Más allá de las
metodologías para lograr que estos dos tipos de conocimientos se conjuguen, que
no dejan de ser necesarias, es importante lograr su participación de manera
activa: cuestionando la labor del Estado, organizaciones, entre otros y, a su
vez, contribuyendo con aportes sustanciales para la planificación e
implementación de los programas.
En muchos casos,
el público objetivo se encuentra disperso, por lo que su participación se
dificulta. La formación de organizaciones vecinales permite a los ciudadanos su
intervención en instancias donde su voz, de manera individual, no podría
llegar, así como sus demandas, aportes e ideas. De igual manera, su
organización en un colectivo permite a los organismos que implementan los
programas una mejor planificación, así como también afrontar mejor las
contingencias que pudieran surgir en el contexto donde se trabaja.
Por lo expuesto
anteriormente, la participación activa de los beneficiarios
es fundamental para la implementación de programas. Además, en el caso de
Proyecto Lomas es clave para lograr sostenibilidad en tanto se busca una
intervención que provenga desde adentro, de la apropiación y la toma de
decisiones de la población intervenida para que esta perdure, se mantenga y
genere cambios a largo plazo[3].
Autores: Área de Desarrollo Social
[1]COHEN, Ernesto, et al. (1998). Metodología para el análisis de la
gestión de programas sociales. Vol. 2. Serie Políticas Sociales 25. Comisión
Económica para América Latina y El Caribe. P. 11. [Consultada el 23 de
setiembre del 2013. Versión en línea: http://www.eclac.org/publicaciones/xml/5/6565/lcl1114_AddI.pdf]
[2] LA
TORRE-CUADROS, María, et al. (2012). Fortalecimiento de capacidades para la
gestión del Santuario Nacional Pampa Hermosa: Construyendo las bases para un
manejo adaptativo para el desarrollo local. Memoria del Proyecto. ICRAF Working paper N° 141. World Agroforestry
Centre (ICRAF) y Center for Biodiversity and Conservation (CBC) at the American
Museum of Natural History, New York. Lima, Perú. P. 27. [Versión en
línea: http://intranet.sernanp.gob.pe:8080/xmlui/bitstream/handle/123456789/1035/WP-PAMPAHERMOSA.pdf?sequence=1]
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